La que llora, los Jerónimos y las ñoras

Aspecto actual del Monasterio de los Jerónimos

Uno de los parajes mas singulares de la Huerta murciana es la pedanía de La Ñora, reconocible por su característica noria, ese invento de los griegos  cuya difusión efectuaron los musulmanes. El nombre de este enclave proviene de la ubicación allí de este ingenio hidráulico, pues la palabra noria quiere decir «la que llora», y de ahí, por su similar sonoridad, se acuña el topónimo que nos es familiar.

La noria de La Ñora

Pero la historia que queremos contar va mas allá. Cuando, a finales del siglo XVI la orden de los Jerónimos decide instalarse en nuestra Región, construye el Monasterio de San Pedro de la Ñora entre esta pedanía y la de Guadalupe, optando por implantar también aquí el cultivo del pimiento, hortaliza que, introducida en nuestro país por Cristobal Colón desde América en 1493,  llevan trabajando con éxito en sus monasterios de la comarca extremeña de la Vera. Pero se trata de una variante redonda a la cual han llegado mediante cruces y, si en Extremadura, por la escasez de rayos solares, es ahumada, en Murcia, donde al astro rey no se echa en falta para nada, es secada al sol para adquirir así un sabor y textura característicos. Al nuevo producto se le denomina ñora por la cercanía con la localidad del mismo nombre y se convierte en una de las señas de identidad de la gastronomía regional.

La ñora, el pimiento secado al sol

La ñora, el pimiento secado al sol

En cuanto a los Jerónimos, son exclaustrados en 1836 a raíz de la desamortización de Mendizabal y el monasterio, conocido popularmente como El Escorial murciano, es cedido desde finales del XIX a la Compañía de Jesus hasta 1970, con un breve paréntesis republicano durante la Guerra Civil española. Durante el último tercio del siglo XX el edificio languidece hasta que es restaurado en el cambio de milenio por la UCAM, institución que ostenta ahora su titularidad y usufructo.

El litoral murciano, frontera con el Islam

La torre de Santa Elena, en la Azohía

La torre de Santa Elena, en la Azohía

Hubo un tiempo en que toda la costa murciana ejerció de frontera con el islam. Si ya lo había sido desde siempre, a partir de mediados del siglo XVI, ese status se intensificó por dos razones. La primera, la alianza entre turcos y argelinos, que convirtió al Mare Nostrum en un mar musulmán. En segundo lugar tenemos el creciente desapego cristiano por los moriscos convertidos, en los que nunca confiaron, que terminó provocando un éxodo de éstos hacia las costas africanas, coronado con la expulsión total decretada en 1613. En cualquier caso, estos emigrantes forzosos resultaron ser excelentes guías de cara a preparar las incursiones de los piratas sobre el litoral murciano. A estos factores propicios se añadía otro, no menos relevante: la accidentada costa, que albergaba multitud de calas desprotegidas, ideales para el refugio momentáneo de los enemigos, cuyas huestes caían fulgurantemente sobre los campos lorquinos y cartageneros, no solo con el objetivo de hacer rapiña, sino también con la mente puesta en la captura de personas para su posterior venta como esclavos o, al menos, la posterior reclamación de una recompensa para liberarlos.

Torre Cope 1

La primera torre erigida, la de Cabo Cope (1873), todavía en pie

Por ello, a finales de esta centuria comenzaron a proliferar en el litoral las torres defensivas, sobre todo a raíz del levantamiento musulmán de las Alpujarras en 1568, rebelión que desembocó en una guerra de dos años y restauró de golpe y porrazo las olvidadas tradiciones fronterizas. La primera torre en ser construída, de las 36 solicitadas para toda la costa, fue la de Cope (1573), que todavía se erige en su emplazamiento original. Sin embargo, en nuestra opinión, la mas bella, por ubicación y diseño, es la de Santa Elena, levantada en uno de los extremos del Golfo de Mazarrón, sobre el cabo de la Azohía, y restaurada en los años 90 del pasado siglo XX. Otro aspecto reseñable es el sistema de comunicación entre la torres, organizado en base a fogatas: por ejemplo, las torres del litoral marmenorense (Estacio, Palos, Portman, Pinatar) se comunicaban directamente con el castillo de la Asomada, en Carrascoy, y éste a su vez avisaba mediante su correspondiente ignición a la capital del reino.

La huella púnica

Hace poco tuve la oportunidad de ver un documental producido por History Channel sobre la historia del imperio cartaginés en el que, ante mi sorpresa mas absoluta, no se decía una palabra sobre Cartagena.

El fundador de la Cartago hispánica, asdrúbal, yerno de Amílcar

El fundador de la Cartago hispánica, asdrúbal, yerno de Amílcar

Sumido en la perplejidad, intenté razonar conmigo mismo en torno a las razones de tan mayúsculo olvido. Imagino que durante demasiado tiempo, la ciudad vivió de espaldas a su pasado antiguo, pero es bastante increíble que los americanos no conozcan la existencia de un yacimiento , la Muralla Púnica, que alberga los únicos restos cartagineses que pueden ser así considerados en todo el mundo, consecuencia de la fortificación a la que fue sometida la ciudad para defenderla de las acometidas de sus posibles invasores.

Lo que mas llama la atención es que el papel de su conquista hispánica fue realmente relevante en el transcurso de las Guerras Púnicas. La fundación de Quart-Haddast, la primigenia Cartagena, viene motivada por la derrota del imperio norteafricano en la primera de esas contiendas, que tuvo a Sicilia como escenario (241 a.c.). Tras perder esa batalla, los romanos exigieron a sus enemigos el pago de una satisfacción en monedas de plata. Los cartagineses, que ya eran buenos conocedores de la costa del sureste español, hallaron esa riqueza aquí. Esa fue la razón de que el dominio púnico de esta urbe tan solo durase unos pocos años, del 223 al 209 a.c., pues los romanos deseaban apoderarse a toda costa de esa fuente de riqueza tras haberles sido abonada la cuota exigida.

Restos de la antigua muralla púnica que cerraba Quart Haddast

Restos de la antigua muralla púnica que cerraba Quart Haddast

De la ciudad española partieron también las huestes de Aníbal en su fútil intento de acabar con el poder de Roma. Un ataque que sorprendió por lo inesperado de su planteamiento: en vez de organizar el tradicional asedio naval, el ejército formado por el hijo de Amílcar decidió, en un arranque de osadía, hacer lo mas difícil, cruzar los Alpes en invierno para finalmente detenerse a las puertas de la Ciudad Eterna, sin llegar a saquearla. Una renuncia que acabarían pagando caro, pues los romanos contratacaron un tiempo mas tarde, tomando la urbe que fue el centro del poder cartaginés en la península (209 a.c.).

Pero la razón de que los únicos restos cartagineses que merece la pena visitar se hallen en España, y no en la Cartago original, hay que buscarla en la tercera y última guerra púnica (149-146 a.c.). Hastiados del desafío que el imperio norteafricano suponía a la ambición totalitaria de Roma, y guiados por razones mayoritariamente mercantiles, un poco al modo de los que los Estados Unidos hizo en Irak, los romanos decidieron atacar la Cartago norteafricana. Este último enfrentamiento fue una operación de verdadero acoso y derribo; tras reducir la antaño poderosa capital cartaginesa a cenizas, los vencedores incluso ordenaron abrir zanjas por doquier y echar sal en ellas para que nada volviera a crecer allí, en un intento de borrar su memoria de la mente de los hombres.

La sorprendente topografía de la Cartagena antigua

La sorprendente topografía de la Cartagena antigua


Por eso, sostengo, es tan importante lo que se está haciendo ahora en la actual Cartagena: recuperar el legado púnico, sobre todo teniendo en cuenta lo que los arqueólogos e historiadores nos están diciendo en los últimos años: que los enfrentamientos entre los imperios romano y cartaginés fueron las auténticas guerras mundiales de la antigüedad.

Esto es lo que queda del antiguo puerto cartaginés en la actual Túnez

Esto es lo que queda del antiguo puerto cartaginés en la actual Túnez

Un Viernes Santo cualquiera en Lorca

Como un visitante mas, llegas a Lorca atraído por el boca a boca que habla del empuje de sus desfiles bíblico-pasionales, sin sospechar que aquí se van a cumplir hasta la saciedad esas premisas unidas por un sencillo guión. En efecto, son genuinamente bíblicos, porque las procesiones lorquinas, en vez de narrar solo el Nuevo Testamento y la pasión de Cristo, como suele ser habitual, abarcan todo el Antiguo Testamento, en un “atrevimiento” que se inició allá por 1880, buscando distinguirse de otros lugares. Y también pasionales, porque no he conocido otro lugar donde se viva con más ímpetu esta tradición, a la vez religiosa y festiva. Tanto es así que, el día de autos, puedes ir por la calle principal tranquilamente (la Corredera se llama) y sentir cómo se forma de pronto un remolino de gente, alguien se eleva sobre los demás y empieza a arengar al público allí presente -de una manera imperiosa, como si le fuera en ello la vida-  sobre las excelencias del paso o cofradía de sus amores. Pues han de saber que la inmensa mayoría de los lorquinos o son blancos o son azules, los colores de sus dos principales pasos, y aquí, señores, no caben medias tintas. Es algo que se lleva en el corazón, que se inculca desde pequeño, como si fuera inoculado en ese suero vital que es la sangre de cada uno.

Porque la rivalidad en Semana Santa siempre ha existido, de hecho esos piques suelen dar algo de mordiente al esfuerzo ímprobo que se desarrolla a lo largo de todo el año, pero lo normal es que cada cofradía desfile en un día distinto, como sucede en la cercana Cartagena, donde también se miden los despliegues sucesivos de unos y otros. En Lorca no; aquí se confrontan las cofradías rivales en un mismo tiempo y espacio, lo que da lugar a que la pasión se desate hasta límites surrealistas. El espectáculo está en la arena, pero el delirio está en las gradas, que bullen de una manera especial hasta que estallan en periódicos arrebatos de fervor aullante y arrojadizo, a veces vehementes hasta el paroxismo. Llama, fuego, ardor, frenesí; llámenlo como quieran. Hay que contemplarlo para creerlo.

Y, por si fuera poco, están los caballos, las cuadrigas, la destreza de los jinetes, insólita en un evento de este tipo, a la postre religioso; y esos tronos que son verdaderas escenas teatrales en movimiento, deslumbrándote uno tras otro. Mediante la inmersión en este ambiente tan enfervorizado, te vas dando cuenta de que ésta puede ser la mejor manera de curar la cicatriz emocional que dejó en la población aquel dramático terremoto de hace un par de años. Que volcarse de esa manera, conjurando voluntades como un pueblo unido, puede restaurar el tejido roto. Porque Lorca tiene mucho que ofrecer, y cuando su patrimonio esté debidamente restaurado, para lo cual no falta mucho, mas de uno se va a llevar una sorpresa de órdago. Tiempo al tiempo.

Un santo irlandés para una ex-Colegiata lorquina

Hoy es San Patricio, y el monumental templo erigido en Lorca es el único en España que se encuentra bajo su advocación. De acuerdo, pero… ¿Qué pinta el mas emblemático santo irlandés en un pueblo de Murcia, tan alejado de las verdes praderas de la isla esmeralda? Responder a esa pregunta puede ser una buena manera de celebrar este día.

La ex-Colegiata, vista desde la Plaza de españa

La ex-Colegiata, vista desde la Plaza de españa

Campanario de la Torre de Colegiata

Campanario de la Torre de Colegiata

Detalle del programa iconográfico de la fachada principal

Detalle del programa iconográfico de la fachada principal

La fachada principal de la ex-Colegiata

La fachada principal de la ex-Colegiata

La respuesta es sencilla: los cristianos acostumbraban a celebrar las victorias sobre los musulmanes encoméndandose al santo en cuya festividad se había librado la correspondiente batalla; de ahí que el Patrón de la ciudad sea San Clemente, cuya onomástica se celebra el 23 de noviembre, conmemorando así la reconquista de la ciudad en 1244. Esta costumbre se mantuvo a lo largo del turbulento período posterior en el que las escaramuzas entre cristianos y mudéjares fueron continuas, dada la cercanía de las fronteras con Granada. Pues bien: la derrota definitiva de los musulmanes en la zona se produjo el  17 de marzo de 1452 en la Batalla de los Alporchones, de ahí que entre los triunfadores surgiera la idea de erigir un templo a mayor gloria de San Patricio, el santo en cuyo día se había librado la trascendental contienda. Por ello, el embajador irlandés acude todos los años a Lorca en estas fechas.

Aparejada a ésta, queda por resolver una segunda cuestión: ¿Porqué la colegiata va antecedida del prefijo ex? Dicen las crónicas que los lorquinos aspiraban a disponer de un templo de dimensiones monumentales que reflejase la creciente relevancia de la ciudad en el contexto de la Región de Murcia, pues tras el fin de la guerra con los musulmanes toda la zona del Valle del Guadalentín comenzó a vivir un periodo de prosperidad que la nueva construcción debía reflejar; en efecto, las razones habituales para la erección de una colegiata solían tener como objetivo dar importancia a una población que no fuese sede episcopal, para mayor esplendor del culto.

Después de iniciar las obras en 1536, desde Lorca se envió una misiva al Vaticano solicitando la consideración de colegiata para el proyecto en ciernes. Sin embargo, esa declaración oficial de  la Santa Sede nunca se produjo pues al parecer la comunicación fue interceptada en Murcia. La capital de la Región, que ya poseía una importante catedral, no vió con buenos ojos que se quisiese construir otra iglesia monumental que pudiera rivalizar en esplendor con la suya y retuvo la carta, no llegando ésta nunca a Roma. El templo se terminó  en 1780 y el prefijo ex se añadió a la palabra colegiata para consignar la circunstancia que acabamos de comentar.

Este Monumento Histórico-Artístico sufría en los últimos tiempos un proceso de degradación debido a la nula inversión que se realizaba para su mantenimiento. Su deterioro se acentuó considerablemente con el terremoto que sufrió Lorca hace un par de años, motivo que por fin ha llevado en la actualidad a acometer una profunda rehabilitación, la cual no tiene fecha fija de término. Esperemos que vuelva a lucir cuanto antes en todo su esplendor, pues es uno de los valores patrimoniales mas importantes y significativos con los que cuenta la Región de Murcia.

Mas info: http://turismodecartagenaymurcia.es/

El último reducto morisco

Cada vez que paso por el Valle de Ricote me acuerdo de aquella película mítica en la que un pueblo se escondía en un rincón oculto del Himalaya para no envejecer nunca. Será que soy un romántico empedernido, pero me gusta pensar en este paraje del centro de la Región de Murcia como una suerte de Shangri-La morisco, un valle perdido en el que se refugia gente que no quiere ser encontrada, los vestigios finales de una civilización que se resistía a morir… Y si sigues el curso del río, ves abundantes motivos que refuerzan esa visión; las norias diseminadas a ambos lados del cauce, la firmeza de las cañas en el agua, la luz que te baña en un día soleado…

De aquí salieron los últimos moriscos que abandonaron España después de ser decretada su expulsión definitiva en 1613, y una visita a este lugar único te dice muy a las claras porqué lo eligieron para establecerse. En este espacio el relieve es dramático: diríase que la función de las altas hileras de montañas rocosas que acotan el valle, aparte de esconderlo del mundo exterior, es custodiar el fluir del Segura, el cual discurre trémulo por su lecho una vez que ha sido aliviado de gran parte de su carga de agua, destinada a abastecer los cultivos circundantes.

A lo largo de su prolongada estancia, los invasores que aquí se asentaron fueron moldeando el paisaje a su antojo, por medio de una  agricultura basada en el regadío, el minifundio y la arboricultura. Esa apariencia medieval ha cambiado muy poco desde entonces. En todo caso, el valle ha devenido un auténtico museo al aire libre sobre el aprovechamiento del agua, en un territorio que siempre ha carecido de ella.

Sin embargo, el Valle nunca ha logrado figurar en la primera línea de la oferta turística de la Región de Murcia. Las agencias se olvidan de él una vez sí y otra también a la hora de elaborar sus circuitos, lo cual es una lástima porque, en mi humilde opinión, se pierden lo mejor que tenemos, paisajísticamente hablando. Transitar por él es como hacerlo por un vergel norteafricano, y darse un paseo por cualquiera de los siete pueblos que lo salpican es un ejercicio de bien merecida placidez que reconforta el alma del viajero. Los colores añiles, bermejos y lilas de algunas casas, diseminadas a lo largo del tortuoso camino que lo recorre, se quedan por mucho tiempo en la memoria.

Por si fuera poco, un atento periplo por este microcosmos rural permite descubrir detalles insospechados, como la huella que dejó la Encomienda de la Orden de Santiago o, en el terreno artístico, las pinturas murales barrocas de la Iglesia de San Sebastián, en el pueblo que da nombre al valle, Ricote. Una rehabilitación reciente las recuperó tras haber sido ocultadas bajo una capa de cal que pretendía impedir la propagación de una epidemia en el área.

A tan solo media hora de la capital, y muy bien comunicado por su cercanía a la autopista que une Murcia con Madrid, que discurre paralela a él, ésta es una visita obligada si desean imbuirse de la verdera esencia del sureste español.

Begastri, la ciudad reencontrada

¿Quién, si se es aficionado a los viajes o a la arqueología, no ha soñado alguna vez con descubrir una ciudad perdida? Lo realmente sorprendente es que no haya que viajar a Sudamérica o Asia para cumplir ese anhelo, y algo así se pueda hacer en la mucho menos exótica Murcia.

Y es que, si el inquieto viajero se dirige al Noroeste de la Región podrá encontrar, a 3 kilómetros del pueblo de Cehegín, uno de los yacimientos arqueológicos de época tardorromana más importantes de la Peninsula Ibérica, que ha sacado a la luz la largamente buscada ciudad perdida de Begastri. En efecto, no fue hasta los años ochenta del pasado siglo cuando arqueólogos de la Universidad de Murcia descubrieron la existencia de un área urbana rodeada de murallas, ubicada sobre un túmulo conocido como Cabecico Roenas (por ruinas). De origen ibérico, el asentamiento adquirió status de municipalidad independiente durante la dominación romana, pero fue en la Antigüedad Tardía cuando alcanzó su máxima expansión e importancia como centro económico, político y religioso, en concreto a partir del siglo 4 d.c. y a lo largo de los períodos Bizantino y Visigodo (siglos 5 al 8 d.c.); incluso llegó a ser sede episcopal sustituyendo a Cartagena, y sus obispos asitían a los Concilios de Toledo, hasta que en el año 688 perdió dicha consideración. En el 713, y a resultas de la invasión musulmana, fue una de las famosas siete ciudades incluídas en el el pacto de Tudmir, firmado entre el líder visigodo Teodomiro y los nuevos dominadores. A partir de ahí, el declive: Begastri devino una comunidad mozárabe y durante los siglos XI y XII fue probablemente arrasada por los integristas almorávides, razón para que los habitantes supervivientes decidieran abandonar la plaza y fundar la cercana Cehegín. Sin embargo, y según estimaciones de arqueólogos locales, en su época de plena ocupación alcanzó una población de 12.000 habitantes.

Lo llamativo de los hallazgos realizados hasta ahora es que han permitido fijar la existencia de una ciudadela que tenía un complejo sistema de defensa, formado por dos líneas paralelas de muralla, de las cuales la interior poseía un grosor que llegaba a alcanzar los 5 metros. También parece probada la construcción en el siglo VII, en pleno período episcopal, de una gran basílica dedicada a San Vicente que desapareció tiempo después. De esto da cuenta el mas importante de los descubrimientos realizados hasta el momento, el del llamado Crismón Monogramático de Begastri; este tipo de cruces se utilizaban en la consagración de iglesias y altares y suelen encontrarse en necrópolis tardoromanas de los siglos IV y V. Mas reciente ha sido la recuperación de dos de las puertas monumentales de la ciudad, la Puerta Sur y la de Oriente; en esta última incluso fue hallado un sarcófago de mármol de carrara proveniente de Italia, al parecer importado por un rico cristiano habitante de la urbe.

El año pasado se abrió a los pies del yacimiento un centro de visitantes en el que se puede contemplar un video sobre la historia de la ciudadela, además de disfrutar con los mosaicos de técnica romana elaborados por escuelas-talleres de la cercana Cehegín. Los sábados y domingos es posible concertar visitas guiadas a un precio de dos euros, si bien solamente en español. Para hacerlo en otros idiomas, una buena idea sería contactar con Turismo de Cartagena y Murcia.(http://turismodecartagenaymurcia.es/index.php/es/caravaca-y-el-noroeste/visitas-guiadas-por-cehegin)

Mas info: http://www.turismocehegin.es/detallelugaresinteres.php?idLugaresInteres=44

10 razones por las que deberías visitar Cartagena

Por si no fuera evidente que Cartagena se ha convertido en los últimos años en un referente turístico y cultural que merece mucho la pena conocer, os enumeramos unos cuantos motivos que no dejan lugar a dudas….

Una vista de los restos puestos en valor en el Barrio del Foro Romano
Una vista de los restos puestos en valor en el Barrio del Foro Romano

1) La ciudad, tras haber vivido durante mucho tiempo obviando sus orígenes, se halla inmersa en un apasionante proceso de recuperación de su identidad patrimonial que ha conllevado un cambio de conciencia colectivo, con el interés por la historia y la arqueología como principales armas.
2) La urbe se precia de albergar los únicos restos bien conservados, a nivel mundial, de lo que un día fuera el Imperio Cartaginés, en lo que se conoce como Centro de Interpretación de la Muralla Púnica.
3) La última adición a la oferta patrimonial de la ciudad, el llamado Foro del Barrio Romano, muestra un interesantísimo conjunto de edificios públicos que, a juicio de algunos especialistas consultados, “destaca tanto por la singularidad y excepcionales dimensiones de lo recuperado, muy difícil de contemplar en otros escenarios del mundo romano antiguo, como por la calidad con la que se ha intervenido”, no en vano ha recibido el Premio Nacional de Restauración 2012.
4) Al conservar su orografía ancestral (la plaza fue construída sobre 5 colinas), es posible divisar amplias y seductoras vistas panorámicas de los alrededores sin moverse de su mismo centro.
5) La ciudad cuenta desde la primavera pasada con el mayor Parque Arqueológico Urbano de España, ubicado en el corazón del casco antiguo.
6) De forma paralela, los edificios militares del siglo XVIII han sido rehabilitados brillantemente respetando sus señas de identidad esenciales, pero con otro destino en mente: el docente. Casi todos son ahora campus abiertos al público de la Universidad Politécnica de Cartagena.
7) Después de usar durante mucho tiempo su bahía para usos exclusivamente comerciales y militares, el puerto de Cartagena se ha volcado en abrir la ciudad al Mediterráneo, eliminando barreras arquitectónicas y atrayendo a su dársena un nutrido tráfico de cruceros que no para de crecer.
8) A partir del próximo otoño, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática exhibirá el Tesoro de las Mercedes, convirtiéndose en foco de atención mundial. El Museo Naval, por su parte, hará lo propio con el símbolo de la ciudad, el Submarino Peral, que cambia asi de ubicación.
9) Pocas ciudades cuentan con tan amplias posibilidades de desarrollo turístico en un futuro venidero: la recuperación y adecuación de baterías costeras y fortalezas del XVIII que salpican la bahía, o la de los restos del anfiteatro romano que yacen bajo la plaza de Toros, son solo alguna de las líneas de acción posibles en el futuro.
10) Y por último, pero no menos atractivo, solamente aquí se podrá degustar con arreglo a la ortodoxia local un Asiático, variedad autóctona de preparación del café que alberga mas de un delicioso secreto en su receta.

Os hacen falta más razones?

Mas info:http://turismodecartagenaymurcia.es/index.php/es/cartagena/visitas-guiadas-por-cartagena

En las entrañas de la tierra

«Paso el tiempo picando piedra blanda y dura… y asi voy cavando mi sepultura.» Letras tan descarnadas como ésta cantaban los mineros que, venidos en su gran mayoría de tierras almerienses, trabajaron en las galerías de la Sierra Minera de La Unión a finales del siglo XIX. época del postrero florecimiento de esa actividad a la sombra de la Revolución Industrial.

En los últimos años, el Ayuntamiento de esta localidad murciana ha auspiciado la puesta en valor, y posterior apertura al público, de una de las minas mas singulares de esa sierra, la llamada Agrupa Vicenta, dentro de un ambicioso proyecto turístico bautizado con el nombre Parque Minero de La Unión, llamado a recuperar un entorno que dormía el sueño de los justos desde el inicio de su declive económico. Abierta en 1869 y cerrada a mediados de la pasada centuria, la mina estuvo dedicada a la extracción de pirita («el oro de los tontos», que decían en las pelís del Oeste), materia prima de la que se extraía azufre con el que se producía tanto ácido sulfúrico como sulfato terroso, este último utilizado en tintes, labores agrícolas y de desinfección.

Ubicada a 80 metros de profundidad,  lo que mas impresiona de la mina son, sin duda,  sus amplias galerías, que ocupan  4.000 m2.  En el proyecto se han restablecido las antiguas estructuras de carga y transporte mineral dentro de la mina, si bien dos cosas llaman poderosamente la atención en el recorrido: por una parte, los sistemas utilizados para garantizar las condiciones de estabilidad en su interior (veáse fotos) y, por otra, la existencia de un lago de aguas de color rojizo por efecto de la oxidación de la pirita.

Los trabajos de musealización han hecho especial incidencia en la recreación del trabajo minero en varios «tajos» como el uso del pico, barrenar o cargar los explosivos, todo ello sin olvidar los precisos efectos especiales de luz y sonido que dotan del necesario  dramatismo a esas reconstrucciones.

Por último, señalemos que en el interior de la mina se llevan a cabo de cuando en cuando conciertos de cantes minero-levantinos, que es como se denominan los palos flamencos acuñados aquí a resultas del establecimiento, en esta zona del sureste español, de mano de obra proviniente de Almería, tal y como decíamos al comienzo. Asistir a uno de esos eventos permite sentirse en las entrañas, ya no físicas, sino emocionales, de un modo de vida que permitía subsistir al tiempo que dejaba unas profundas llagas en el corazón y el cuerpo de los que lo practicaban.

Mas info :http://www.turismodecartagenaymurcia.es/index.php/es/la-costa/la-union-y-sierra-minera

No pases de largo por Murcia

La Catedral de Murcia, al atardecer. Foto: Martin Murphy
La Catedral de Murcia, al atardecer. Foto: Martin Murphy

Cuantas veces habré oído, incluso a compañeros de profesión, decir aquello de «mi asignatura pendiente es Murcia». Hace poco, un colega guía me confesaba: «apenas la conozco, y la primera vez que la crucé, nada mas entrar en su territorio pensé que me estaba perdiendo algo. Unos kilómetros mas adelante, esa intuición se convirtió en certeza, pero en esa ocasión no pude detenerme y mira que lo he lamentado».

El Puente Viejo, construído sobre el río Segura en el siglo XVIII
El Puente Viejo, construído sobre el río Segura en el siglo XVIII

De manera que nuestra región del Sureste sigue siendo la gran desconocida para muchos españoles, y es una lástima porque no saben lo que se pierden. Tomen por ejemplo su capital. Quizás sea cierto que, Catedral barroca aparte, no tenemos monumentos emblemáticos, pero es que la relevancia turística no se consigue solamente centrándose en una o dos propuestas bandera. El disfrute aquí se articula sobre un estilo de vida sosegado, construído sobre el legado erigido por los musulmanes siglos atrás. En efecto, aquellos invasores africanos lograron que su esfuerzo aplicado sobre la tierra diese unos resultados inesperados, creando un ambiente paradisíaco donde antes había extensiones mayoritariamente baldías. La fragancia de la Huerta te envuelve, como se siente estos días gracias a la floración de los árboles frutales. Y la ciudad que se yergue en medio de la Vega Baja del Segura es una lógica consecuencia de ese entorno.

Estatua del cardenal Belluga desde el interior del Palacio Episcopal

Estatua del cardenal Belluga desde el interior del Palacio Episcopal

Un paseo por Murcia supone ir a presentar tus respetos al cardenal Belluga, agradeciéndole su diligencia al ser el primero en apostar por el futuro de estas tierras; leer el libro abierto que es la fachada de su principal templo; dialogar con las piedras de arenisca que son el corazón de todos sus edificios históricos o buscar las trazas diseminadas del fundacional pasado islámico… Unos orígenes que están siendo recuperados en los últimos tiempos, logrando erigir una estimulante oferta paralela, complementaria al tradicional recorrido por unas iglesias barrocas que deslumbran por su fastuosa ornamentación. Cumplidos esos obligatorios ritos de paso, es necesario realizar un ejercicio que se antoja imprescindible: dejarse llevar por la indolente átmosfera de sus plazas, aspirar la esencia del azahar y relajarse a la sombra de su naranjos y limoneros; no en vano, estos espacios fueron inicialmente concebidos como auténticos vergeles, en los que fuera posible un pequeño milagro: refugiarse del a veces asfixiante calor mediante la acción combinada del agua y la vegetación.

La Casa del Soldado, edifico ecléctico ubicado junto al santuario
La Casa del Soldado, edifico ecléctico ubicado junto al santuario

La visita se puede culminar con un cercano desplazamiento (apenas 10 minutos en coche) a las montañas que la separan del campo de Cartagena. Subir a la sierra de Carrascoy y plantarse, por ejemplo, en el santuario de la Fuensanta, la patrona de la ciudad, da al visitante la oportunidad de empaparse de una visión panorámica del valle en que se ubica la urbe, y permite situarla en su adecuado contexto; rodeada de los canales de regadío -acequias es el nombre arabe- que la enmarcan, integrados en una red que, 1000 años después de su instauración, sobrevive intacta.

Patio central de un palacio islámico del siglo XII (Museo Las Claras)

Patio central de un palacio islámico del siglo XII (Museo Las Claras)

Restos de la Muralla Arabe del siglo XII, junto al mercado de Verónicas

Restos de la Muralla Arabe del siglo XII, junto al mercado de Verónicas

Oratorio árabe descubiero bajo la Iglesia de San Juan de Dios. Foto: Archivo MUBAM

Oratorio árabe descubiero bajo la Iglesia de San Juan de Dios. Foto: Archivo MUBAM

Una de las acequias que se encuentran en las inmediaciones de la ciudad

Una de las acequias que se encuentran en las inmediaciones de la ciudad

No me extraña, por último, que cuando guío a turistas extranjeros por alguna de sus calles, me sorprendan con el siguiente comentario: «Esto si que es la España real». Pues eso; no se lo pierdan porque nuestro país, mal que les pese a algunos, no está completo sin Murcia.